10. Outside
she was a good girl and it felt great to be a liar. Tabla
Mindless.
Con
su influencia
Cuando
por fin le dieron de alta por un período de prueba, decidió seguir
el consejo de rehabilitación y pedir disculpas a aquellos que hirió
durante su enfermedad. Hasta el señor Pepinillo estuvo de acuerdo
con eso, pese a que sus métodos eran un tanto más violentos de lo
recomendados.
—Flaky,
en serio lamento lo de tu motocicleeeetaaaa.—baló Lammy, colocando
una pezuña en la puerta para evitar que esta se cerrara de un golpe
aterrorizado.—He heeecho tratamieeento. Aprendiiido a controlaaar al
señor Pepiniiillo, que ya no me influye negativamente. No te haré
daaaaaño.
Lammy
sollozó. Podía ver cómo los temblores sacudían a Flaky desde la
rendija dejada por la puerta entre abierta. El fracaso con Petunia la
había descorazonado: Giggles salió en su lugar con una enorme
sartén a amenazarla y ni siquiera pudieron hablar.
—Pregúuuuntale
a mi mentooor. Él ha hecho incluso más progreeeesos que yo.
Los
ojos movedizos y asustados de Flaky fueron en la dirección apuntada
por el pulgar de Lammy, hacia la acera a sus espaldas. Solo entonces,
la puercoespín roja dejó escapar un alarido y cerró la puerta de
un azote, casi a punto de tener un ataque.
Allí,
a pocos metros, sosteniendo un manojo de globos verdes, estaba
Flippy, con la gorra apretada contra el pecho, primero sonriendo con
aire culpable, luego mirando al suelo, resignado.
Lammy
comprendió que a Flaky no le fuera tan fácil perdonarla por la
mutilación y una muerte en ese valle donde aquello no era
definitivo, pero sí espantoso. Sin embargo, fue el señor Pepinillo
el que rompió la ventana con su bastón y persiguió a Flaky con el
cuchillo militar que aparentemente le robó al veterano de guerra
durante alguna de sus charlas, cuando se dedicaba a palmearle la mano
a Lammy y a tratar de convencerla de que se secara las copiosas
lágrimas, ya que lo sucedido no era su culpa.
(Y
Lammy apreciaba mucho sus palabras porque bien sabía que su mentor
tenía problemas para aplicarlas a sí mismo, siendo estas tanto más
valiosas debido a cuánto él se interesaba por ayudarla)
Flaky
no fue lo suficientemente rápida y el señor Pepinillo la apuñaló
mucho antes de que Flippy entrara por el linde, con los ojos
desorbitados y pronto amarillos, pese a que Lammy intentó
explicarse, mientras que alzaba el cuchillo ensangrentado, en actitud
de rendirse, inofensiva.
—Qué
suerte la mía...dos hamburguesas vivas.—comentó chasqueando la
lengua, el Flippy perturbado, retorciendo las manos en anticipado
éxtasis.
—¡Dañarás
a milady sobre mi vegetal cadáver!—exclamó el dandy verde y
alargado, blandiendo su bastón y enfrentando al soldado.
La
policía y el psiquiatra que se encargaron del caso más tarde, luego
de que el señor Pepinillo y Fliqpy se mataran entre sí, entendieron
aún menos que Flippy y Lammy, arrepentidos y reducidos a un par de
montones temblorosos de disculpas tan heridas que a penas podían
expresarse.
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