lunes, 8 de octubre de 2012

Happy tree friends/Shifty x Lifty (non-con), menciones de otros/Rating NC-17.

Doble maldición

[Parte1]


No sabe cómo despedirse, ¿de acuerdo? Nunca quiso que Shifty tomara de él hasta la última gota de dignidad, convirtiéndose en algo que desprestigia la palabra "hermano". Sin embargo, separarse de él es como mutilarse la carne y vaya que Lifty sabe de lo que habla consigo mismo, por primera vez sin compartir nada de lo que le ronda la cabeza. El hecho de que sus súplicas no fueran atendidas, sino motivo de burla y obviedades para el mayor, ha terminado de convencerlo.

Agarra el sombrero dejando la bufanda, su marca de gemelo. Es otoño de todos modos. Pronto Shifty podrá usarla. Quizás piense en él y lo anhele de una forma que no sea carnal, ¿eh? Pero quizás, para variar, se hace ilusiones.

Lo único que vas a extrañar es mi agujero para eyacular, ¿verdad? Mejor págate una puta.—replica en voz baja con desdén y los ojos húmedos, tirando sobre Shifty, que ronca despreocupadamente, los billetes que tardó media hora en sacarse, dolorosamente.

Págame lo que me quitaste.

Shifty se rió de él. De nuevo.

¿Qué dices que te falta? ¿No crees que te he compensado más que suficiente esta noche?

Dejó escapar el humo del cigarrillo. Lifty se indignó, mostrando los colmillos, visiblemente alterado y a su ver, con toda la razón.

Te dejé hacer lo que quisiste. Como mínimo dame lo que me corresponde.

Shifty siguió riéndose pero combinó su burla con el movimiento de ponerse en pie, sacudiéndose los pantalones tras volver a subirse la cremayera y meterse las manos en los bolsillos del traje arrugado.

(Shifty tenía un aire de estafador de negocios. Lifty usaba ropa deportiva, a menos que Shifty le dijera cómo vestirse para determinada ocasión)

Bien. ¿Sabes qué he notado,Lif? Mi hermanito está creciendo. Quizás sea hora de que escuche esos ataques que se le dan, igual que en el día rojo de una mujer histérica.

A Lifty se le cerró la garganta. Shifty había cambiado su semblante y le costaba leerlo, meterse en sus pensamientos, comulgar con ellos y saber a qué atenerse.

¿Qué no haría por amor?

Lifty iba a decir algo, entre irritado y nervioso, cuando se encontró con el puño de Shifty, encajándose en su estómago, arrancándole un buche de sangre y rompiéndole más de una costilla.Cayó hacia atrás, impulsado por el dolor, escuchando las inmediatas risas que llenaron el ambiente. En menos de un segundo (si es que transcurrió algo en absoluto) tuvo a Shifty sobre él, obligándolo a darse vuelta y deshaciéndole el torpe nudo que se hizo en la cintura con las sábanas para cubrirse los genitales.

Lifty estuvo a punto de atreverse a pegarle un fuerte codazo en las costillas pero por desgracia lo pensó y la oportunidad se desvaneció. Shifty, siempre más fuerte, le esposó una mano al soporte de metal de la litera rota, en la que dormía Lifty sobre el suelo, ampliada por un colchón matrimonial.

¿Quieres que te dé tu parte restante, hermanito? Solo tenías que pedírmelo. Iba a comprarte algo lindo pero supongo que puedo regalarte otra cosa.

Lifty estuvo a punto de maldecir cuando tuvo nuevos motivos para su incomodidad. Dolor. Y humillación. Shifty se carcajeó con malignidad: se había sacado del bolsillo del pantalón un grueso fajo de billetes, enrollado y lo presionaba con firmeza pero sin prisa contra la entrada de Lifty, que jadeaba, sonrojado y lloroso, con el papel empezando a cortarlo para abrirse paso a su vergonzoso interior.

Cuando sus músculos lastimados terminaron de ajustarse a esa enorme y repugnante forma dentro suyo, Lifty tenía los ojos desorbitados y gemía. El desgarre era doloroso pero no se comparaba a la consciencia de saber que su hermano había llegado a esos extremos.

Shifty siguió carcajeándose, poniéndolo boca arriba otra vez. Lifty no pudo ni rogar. Se preguntó vagamente qué pretendía Shifty al desabrocharse los pantalones de nuevo, sacándose el miembro y poniéndose de pie en el colchón, con los tobillos entre las axilas de su hermano menor. ¿Dejarlo de esa manera hasta que aceptara...? (esa forma de sus experiencias forzadas le causaba repelencia particular. Lifty gustaba de las cosas dulces y aquel sabor le resultaba repulsivo, por no hablar del acto en sí. Shifty lo convenció solo luego de molerlo a golpes y maniatarlo con esposas robadas o su propia corbata, también después de drogarlo u obligarlo a beber hasta quedar como una cuba. Tenía un arnés doloroso, que le cortaba el mentón y los labios, fruto amargo de una captura; y que hacía especialmente espantosa esa práctica, que no implicaba solo el desarme de los puñetazos y patadas, sino la mutilación que de otro modo, se quedaba en amenaza, que no fuera porque Shifty estaba de humor y sed de sangre, cabreado tal vez con el flipado oso verde)

Y Lif, toma esto, cortesía de la casa porque eres mi único hermano.

Un largo chorro de pis cayó sobre el torso de Lifty, para subir juguetonamente hasta su cara horrorizada y pronto asqueada, al salir su dueño del estupor.

Es lógico que los hombres marquemos nuestro territorio, ¿no crees?

Pero Lif casi no lo escuchaba ni lo veía levantar el índice de su otra mano con burlona didáctica, como si estuviera explicando algo para principiantes, tal y como sería desarmar las bisagras de una puerta o meter un alambre doblado para abrir una cerradura ajena. Con ese mismo tono le enseñó el oficio a Liftty, cuando regresó por él al orfanato. Menos de un mes separados había quemado a Lifty de tal forma que estaba a punto de cambiarse el nombre y hacerse pasar por su hermano, actuando presuntuosamente, en un esfuerzo de mantenerlo cerca. Dentro. De otro modo.

Disfrútalo, Lif. Si yo sé que te encanta. Tenemos la misma sangre. Considera que te lo has ganado.

La última parte de la carga dio contra el cabello y los ojos cerrados de Lifty, que solo cuando el ultraje terminó, se dio cuenta de que podía enterrar la cara en las sábanas sucias de orina, sudor y lágrimas.

Hasta ahí llegó. En ese momento no pudo articular idea alguna, ni hablar o insultar y mientras que Shifty volvía a arrojarse a su cama, tarareando una de las melodías tocadas en el casino, bostezando y quedándose dormido de inmediato, como si casi nada hubiera pasado.

Lifty pasó alrededor de una hora con los ojos cerrados, apestando y llorando hasta que se le acabó la sal. Esta pasó a quemarlo en el pecho con furia. Con los últimos resquicios de amor propio que le quedaban, se mordió la lengua, ahogando un alarido y quebrándose la muñeca para sacarla de las esposas. Empezó a trazar el plan atolondradamente. Se arrojó a la ducha para lavarse rápido con agua fría y se quitó el fajo de billetes ensangrentados con cuidado de que no se mojara, una vez afuera. Se vendó la mano, esperando a que se regenerara al día siguiente. Estuviera donde estuviera.

Afuera, la constelación Géminis parece la más brillante, casi la única visible en el cielo y en tanto empieza a hacerse paso por la maleza del bosque, Lifty recuerda lo que Shif le dijo cinco años antes, cuando volvió por él, tal y como prometió.

Vamos, mano. Necesito a alguien inteligente conmigo. ¡Si sabes que no puedo ni sumar! Estaremos ahogados en verde. Te lo prometo. Somos hermanos, ¿no? Además, tengo que cuidarte...

(alguien inteligente no lloraría al abandonar el motivo de tantas penurias, sangrando y aún oliendo a los líquidos de la única familia que aparentemente tiene, se repite Lifty con amargura, ajustando el nudo de la bolsa repleta de billetes, en la que solo se diferencia del preciado verde, una foto de los dos, pobres y aún fieles el uno al otro, en un marco de oro, quizás más valioso a ojos de Shift que ese vínculo que solían tener y que sin duda se echó a perder)

Happy tree friends/Shifty x Lifty (non-con), menciones de otros/Rating NC-17.

2.Let me give you the reason to fuck me up. Tabla Mindless.


Doble maldición



Estaba en la naturaleza de un mapache el robar y huír pero no entre familia. Al menos eso creía Lifty. Sin embargo, su propio hermano lo había desmentido en numerosas ocasiones.

¡Qué botín!exclamó Shifty, descorchando una botella de champagne que se contaba entre las ganancias del día, tras un asalto exitoso a una despensa repleta de existencias para ricachones obesos. Licores de buena calidad era principalmente lo que Lifty había cargado con cuidado hasta la furgoneta verde que utilizaron para el trabajo.

Aún le dolía el labio debido a una bofetada que Shifty le soltó sin hacerse esperar, cuando se le cayó al suelo, rompiéndose en mil pedazos, un brandy napoleónico añejado de mil dólares, al menos. Había sido su culpa por distraerse mientras que susurraban entre risas sofocadas sobre lo que harían con tanto dinero, si no se lo bebían. Pero no dejaba de ser excesivo y humillante. Sobre todo por lo frecuente que ese (mal)trato se había vuelto. 

Lo sé. Ahora podemos quedarnos en casa una buena temporada, ¿eh? Quizás, si invertimos una parte de lo ganado en algo que atraiga muchos pichones, tendremos para toda la maldita vida.

Lifty observó su parte metálica sacada de la caja registradora y ahorros, separada de la de Shifty, comenzando a contarla a su vez, haciendo planificaciones mentales, tachando opciones y resaltando otras de buena gana. Aquello lo entusiasmaba. Todo lo que tenía que ver con el verde, en realidad y cómo hacer que creciera, robando o no. Sabía reconocer los problemas de una profesión como la de redistribuidores de la riqueza y existían otros negocios más o menos limpios que nadie sabía/quería hacer o bien que algunos ingenuos no hubieran descubierto hasta entonces, porque esperaban ni más ni menos que su luz para mostrarse. Y la de su hermano. Lifty no se imaginaba haciendo casi nada sin él. Shifty, por otro lado...

¡No jodas, carnerito! Esto hay que quemarlo en seguida, mientras que todavía está caliente. La vida es corta. Ya habrá otros trabajitos mejores.

Le costaba no aceptar lo que Shifty decía. Siempre rebosaba seguridad al expresarse y palmeaba su hombro, sonriendo, convencido de lo que le saliera de los labios partidos, humedecidos entre carcajadas roncas. Por muy absurdo que fuera, Lifty le creía. Y...la mayor parte del tiempo, cuando no los masacraban, el curro daba oro. Hasta la masacre, cuando menos. Luego, presiona "Reiniciar": pobres ladrones de nuevo, abandonados a la ingrata mano de Dios y dispuestos a robarle hasta el último céntimo al desgraciado.

Bien...supongo que una puta parte puede quemarse. Pero lo otro hay que invertirlo, mano. Y luego nadar en los frutos.

Sabía que cuando estábamos en la matriz materna te contagié con mi genialidad, de tan cerca que teníamos las cabezas.

Shifty lo abrazó y tomó por la cintura, enterrándole la cara en el cuello. Ambos rieron y fueron juntos al sitio de las apuestas clandestinas, con más intenciones de vaciarse los bolsillos del metal, haciéndose quizás de las joyas de algunas damas, dándose una merecida recompensa, que de aumentar las ganancias de la noche. Regresaron más ebrios de éxtasis, perseguidos por otros maleantes menos astutos, que del licor que vendieron a buen postor allí. De todos modos, quedó suficiente como para que Shifty elogiara la sagacidad de Lifty al hacer nuevas cuentas, poniéndose como una cuba, con problemas para pararse, tropezando con botellas vacías y en seguida ordenando a su hermano menor que lo ayudara a acostarse.

Este también tenía un par de copas encima y como no acostumbraba beber, las mismas le dieron su dosis de coraje tras la tercera suma y resta de la noche.

De mi parte falta más de lo que yo tomé. ¿Tienes idea de por qué, Shif?—susurró entrecerrando los ojos al caer juntos al colchón en el suelo, Shifty acariciándole los cabellos y la espina, Lifty intentando obviar los escalofríos y mantener la calma.

Te pagaré ahora.—aseguró Shifty, desabrochándose los botones faltantes de la camisa y volviendo a empujar a Lifty al terminar su breve empresa, ni bien este intentara incorporarse durante la ausencia de su presión contra la cama.

La sangre de Lifty corrió más rápido, a medida que las manos de Shifty le redescubrieron el cuerpo, pronto desnudo también, botones y cierres abriéndose bajo los dedos hábiles del ladrón mayor. Intentó decirlo riendo para restarle importancia y sobra agregar que hubiera querido no sonar como una niña débil al hacerlo.

Hermano...esto...—no sabe cómo empezar. Los hermanos Raccoon no hablan de qué es correcto, pero eso sin duda debería estar dentro (o fuera) de los límites de...algo...que una familia tiene. O no tiene. Ni debe tener.

La verga dura entre las manos del otro, por ejemplo.

No es que él quiera, desde luego. Es solo que son jóvenes y Shifty es el que empezó con eso hace ya más tiempo del que puede situar.

No es más que echarse una manito, anda, no seas quisquilloso.—se ríe y jadea Shifty sobre él, deslizando una rodilla entre sus piernas desnudas, temblorosas, hasta que el miembro que le sobresale duro de los calzoncillos le provoca a Lifty hundirle las uñas en la espalda, con una mezcla de llanto y gemido humillado en la garganta. Algunas lágrimas se le escapan con el sudor y Shifty lo besa, enternecido.

Ya hace lo suyo que no es solo echar una manito. Así empezó todo, pues. Una manito rápida, los primeros rastros de alcohol embebiendo el aliento de Shifty, preadolescente. La única manito echada se entrelazaba con la suya, mientras que la otra fallaba al intentar apartar al hermano mayor. Y cualquiera con sentido común se preguntaría: ¿Por qué no buscar una mujer, si ese era el problema al que achacaba sus necesidades primero, Shifty? No cuesta tanto. A Lifty no le interesa para él, pero ha averiguado.

¿Para qué? Si tú me das todo, ¿o no?—Shifty, bajando los labios hacia su ingle, respirando juguetonamente antes de atacar a lenguetazos.

¿Y si yo ya no quisiera...?antes de terminar su queja y súplica con una pregunta hipotética que es más amago vano de amenaza, tiene la pistola que Shifty birló al dueño de la licorería con la punta estacionada firmemente en la frente. Shifty ríe a carcajadas, agarrándose el pene erecto entre las manos, haciéndole gemir.—Hermano...

Shifty se arranca el antifaz y procede a hacer lo mismo con él. Como rearmando un espejo lleno de imperfecciones incestuosas. Pronto le apoya entre risotadas el arma en los labios y se empuja, lastimándolo, tirándole del cabello y enterrándolo contra el colchón.

Eres tan gracioso...hermano.—se sonríe taimado, dentro suyo de inmediato, soltando la pistola solo para colocarle las piernas alrededor de la cintura.

Lifty suspira, jadea, maldice apretando hasta la sangre las sábanas. El sudor lo empapa cuando las embestidas alcanzan clímax. El de Shifty, por supuesto, que cae sobre él, satisfecho al fin, una masa de carne rosada jadeante, pronto al lado de Lifty, húmedo y caliente, apretándolo contra su pecho, como sin darse cuenta de que su hermano menor se estremece, llorando silenciosamente y aceptando esa cercanía con la certeza de que es la única que va a recibir jamás. En tanto lo permita, desde luego.

viernes, 5 de octubre de 2012

Happy tree friends/Flippy x Flaky, menciones de Sniffles/Rating T.

Yéndose



Siempre vuelven, es verdad. Regresan de la muerte y es como si las terribles escenas hubieran sido omitidas de la memoria de todos los otros habitantes del valle.

Menos ella. Flaky recuerda, claro que sí. Que todo allí parece querer -y enfecto puede- matarte.

Y no importa cuántas veces la preciosa vida les sea reintegrada: es doloroso irse, sumergiéndose en rojo y después en negro. Como si cada vez fuese también la última.

Por eso pelea hasta el final, presa del miedo. Incluso contra...

—Ya no podemos vivir juntos.

Flippy abre la boca horrorizado y dolido. Ella lo esperó tanto tiempo...¿solo para romperle el corazón en la cara?

Es cruel pero Flaky no puede correr ese riesgo ya más.

—Hay algo d-dentro de t-ti, Flip. Te quiero pero no puedo esperar a que...

Él se pone en pie, alargando los brazos hacia ella, que está haciendo la maleta y se sobresalta, creyendo ver el brillo asesino en sus pupilas húmedas. Desde que le dio esa barbaica muestra de lo que la guerra le hizo, no se siente cómoda en su presencia y cree que nunca será de esa forma otra vez. Si bien él nunca la asesinó, le ha hecho bastante daño. Suficiente como para justificarse: la usó de bate para matar a Cuddles. 

La asfixió hasta que perdió el conocimiento...la violó después de causarle quemaduras de tercer grado al colocarla sobre una hoguera.

¿Puedes tener una relación con alguien que ha hecho esas cosas, siquiera sin querer, por tener un otro yo dentro, igual que un demonio? Lumpy era tonto, simplemente. Ya tenía que cuidarse mucho en su presencia. 

Mole estaba ciego, el pobre, aunque siempre deseoso de ayudar. Y Splendid...bueno, a él era mejor perderlo que encontrarlo y morir rápido antes de que te salvara, arriesgándote más y alargando el doloroso proceso. Pero tampoco estaba demente. Quizás su ego lo enloquecía un tanto p-pero...

Flaky encontraba excusas con frecuencia para justificar a sus amigos. Más tratándose de su novio, que dormía a su lado por las noches, se dio el lujo de ser más severa.

—Son tus ropas en vez de las mías.—le señala Flippy, con los ojos muy abiertos, sin sujetarle la maleta pero apuntándola, como si aún no creyera lo que vé. Hasta Flaky desearía despertar y abrazarlo, jurarle que es mentira y que suceda lo que suceda, están en poder de afrontarlo.

Pero eso es algo que no puede regresar a sus venas como la sangre. La confianza no es igual que la carne mágica en un valle en efecto también mágico, si bien solo Flaky puede saberlo a ciencia cierta.
(que nadie sepa decirle qué sucede después de que cronológicamente se sitúan las muertes, que se queden pensativos y en blanco, es la espantosa prueba)

—Bueno, esta es tu casa, ¿no? Y-yo so-solo estaba cuidándola hasta que...en fin. Me quedaré con Sniffles, por si necesitas algo.

Las manos de Flippy se crispan un instante, no poniéndose en modo homicida, sino como si acabaran de encestarle un golpe o mejor dicho, una puñalada en el vientre (tal vez más arriba) y ella se apresura a agregar:

—¡No es lo q-que crees! Él tiene ese enorme laboratorio que necesita limpiar a diario, ni bien termina de practicar sus experimentos. Será so-solo hasta que encuentre un lu-lugar pa-para mí sola.

(sería más fácil si lo fuera pero Flippy es el héroe al que esperó y también la peor de las amenazas a sortear, sobre todo porque Flaky ya ha superado de a poco el aire fatal con el que aceptó su destino antes, muriendo por su propia mano para sobrellevar el abuso y la pérdida que sabía inminente)

—Hay mucha comida en el refrigerador. No tendrás que cocinar en varios días y le he pedido a Lammy que venga a echarte una mano por entonces, si es preciso.

Flippy no dice nada. Se queda allí, delgado y desgarbado, precisando de un abrazo más que de algo que pueda consumirse en su sistema digestivo.

Pero Flaky ya ha tomado la decisión. Las lágrimas también le colman los ojos cuando se dirige a la puerta, toda estremecida, convencida de que él se flipeará y la tomará de la blusa para rompérsela, hundiéndole el cuchillo tantas veces como en sentido figurado ella lo ha hecho. De un modo más doloroso, sin duda.

No sucede. Es más fácil de lo que pensó o lo sería si ni bien se cierra el portal a sus espaldas, no se quedara de pie allí largo rato, como si algo muy importante le hubiera fallado en el guión elaborado.

Happy tree friends/Fliqpy x Splendid, Flippy x Flaky/Rating T.

Verdaderas felicitaciones



Al abrir la puerta de la casa que de nuevo compartía con Flaky, Flippy se esperaba (naturalmente) otra tediosa pero comprensible (hasta cierto punto, dependiendo de quién) visita de otro habitante del Valle Feliz, cuestionando su decisión de volver a comprometerse con la puercoespín. De buen talante recibió a Giggles, que lo amonestó adelantadamente por cualquier daño que pudiera hacerle a Flaky, viniendo ella en compañía de Petunia que le hacía coro con gestos escondida tras su espalda y Lammy, que hablaba a través del señor Pepinillo, con gran timidez pero colocando cada punto sobre su i. Hasta le causó cierto alivio saber que durante su ausencia (por la guerra y luego de su regreso, debido a los severos problemas mentales que lo aquejaban), Flaky había sido tan bien cuidada por sus semejantes y que a pesar de haber estado asociada con él en el pasado, esto no cambió durante la larga jornada que dedicó a volverse el mismo, más allá de todo trauma experimentado.

Soportó también la mirada dura de Handy, esquivó sin dificultades la amenaza del bastón de Mole y su dedo levantado en reprimenda, también se limitó a alzar una ceja cuando Disco Bear le bailó una coreografía ilustrándole cuánto debería temerle en caso de que volviera a disociarse.

Sniffles le habló de porcentajes de peligro y le preguntó si estaba dispuesto a asumir riesgos, siendo más importante, por supuesto, que también ponía a Flaky en esa posición.

Lumpy le pegó un sermón algo hipócrita sobre responsabilidad...Y Nutty trajo chocolates para felicitarlos por hacer las paces, aunque se los comió en el camino y le pidió azúcar. Ni entró a la casa cuando se la dieron, simplemente se la metió en la boca y comenzó a correr en círculos por el jardín hasta desmayarse. Flaky llamó a una ambulancia.

Días ajetreados. Flippy pensó que ya había tratado con todos los pobladores del Valle Feliz que los conocieran a ambos y su historial, precisamente. No contaba a su padre, que no aprobó su decisión de ir a la guerra y prefería no hablarle, ni después de enterarse de sus problemas mentales. Al oír el timbre, supuso que habría pasado por alto a alguien pero ya se preguntaba a quién al girar el pomo, casi convencido de que encontraría del otro lado a los hermanos Raccoon tratando de engañarlo para robarles a ambos.

No pequeña fue su sorpresa al encontrarse cara a cara con Splendid...que cargaba con un pastel de nuez y cuyo rostro estaba surcado por lo que reconoció como...un semblante...¿situacional? Parecía incómodo, un poco desafiante, quizás hasta escéptico.

—Felicidades.—comentó ofreciéndole como regalo (¿Para el té? Flippy contuvo un suspiro, sabiendo que tendría que invitarlo a pasar por muy mal que le cayeran sus pretenciones maniáticas con respecto a la justicia y el deber...para con ciudadanos a los que terminaba asesinando casi siempre de manera más salvaje que Flippy inclusive y dispuesto a pelear hasta el final, insistiendo con el bien realizado) aquel dulce que sin duda había horneado él mismo, recientemente.

—Gracias.—contestó Flippy, sin poder evitar alzar con levedad la ceja, solo de modo menos pronunciado que ante Lumpy.

—Apuesto a que vas a hacerla feliz.

No podía ver los ojos de Splendid, que agachó la cabeza ni bien Flippy aceptó su obsequio. La voz le temblaba y un poco las manos, al depositar el plato sobre las palmas de Flippy, que no comprendía nada pero tenía un inexplicable nudo en el estómago. Trató este de sondear posibilidades...¿estaría Splendid interesado en Flaky como más que amiga o damisela en peligro a rescatar?

Recobrar la confianza entre ellos había tardado semanas de acercamientos ligeros hasta que Flippy le demostró que ya no cambiaba. Los testimonios de los demás habitantes del Valle del Árbol Feliz sirvieron para corroborarlo y pese a temblar de pies a cabeza durante los primeros encuentros, Flaky terminó por cederle el viejo espacio arrumbado en su corazón, redecorándolo para que cobrara vida de nuevo. 

Charlaron en numerosas ocasiones hasta tarde y no recordaba que su trato referido con Splendid hubiera sido más remarcable y mayor motivo de secretos celos injustificados (rastros de Fliqpy, maldito fuera) que el que le profesara Nutty, Cuddles, Toothy o Sniffles.

¿Entonces?

—La justicia no será administrada por sí misma. ¡Debo irme! Que ustedes...sean felices.

Se fue planeando casi sin despedirse, dejando a Flippy con una expresión pasmada y el plato tibio todavía entre manos. ¿No era él, el psicótico de esas tierras? El más perturbado, al menos. ¿Splendid no tendría que seguir más o menos el ejemplo de los demás, hasta llevándolo más lejos, digamos, secuestrando a Flaky “por su bien” y provocándole una muerte horrenda, que llevara a Flippy a robarse la Criptonuez de los hermanos mapache para ir a por una merecida Vendetta?

El suceso fue tan extraño que tras tomar el té con Flaky e irse a la cama con una buena porción de bizcocho en el estómago, soñó con eso. O más bien, volvió a ver a Diabólico fuera de su cuerpo, sosteniendo un cuchillo Bowie contra su garganta y pronto apretándole los labios contra los propios, robándole el aire y la sanidad mental.

Así fue como lo vio, experimentando una presión que se intercambiaba: a un momento él era Flippy, el buen Flippy, abusado y violado por su mitad terrible. Al siguiente, él era...¿Diabólico? Fliqpy, sin duda alguna por la violencia del agarre que no controlaba pero que de alguna manera rememoraba.

¿Y a quién aprisionaba contra una cama desconocida, de sábanas de satén azul y frazadas rojo vino? Splendid que gemía como una mujer, acariciándole la nuca, llorando por las embestidas, el calor insoportable envolviéndolos a ambos en dolor y placer.

Happy tree friends/Flippy x Flaky, Splendid/Rating T.

Un héroe de verdad




Él sabe que tendría que estar agradecido de su gesto, pero le es difícil. Ha hecho muchos sacrificios para controlarse de hacerse daño. Y quizás ella haga bien en desconfiar con cautela, porque rompieron por las circunstancias más de una vez.

Sin embargo...

Solíamos tener una hermosa...amistad, pero...

Sí, antes de la guerra que todo lo marchitara como un sol abrazador, abriendo paso a una lluvia de sangre. 

Ahora es el invierno y nada volverá a florecer para que pueda hundirse en su perfume, ignorando las espinas del miedo.

Y de alguna manera, lo peor es que si ella accede a abrirle la puerta unos minutos, es solo porque puede ver a Splendid sentado en el sofá de su sala. Está demolido hasta que Flaky cierra la puerta y oye los gritos de sorpresa e igualmente terror.

¡¿Qué haces aquí?!

¡He venido a evitar que una masacre suceda!

¡Tú también me asustas! ¡Matas más gente de la que salvas!

Ella sale corriendo por el pórtico y tropieza en la escalera, donde cae en sus brazos, ambos hacia el suelo.
Splendid sale también de la casa ajena con una sonrisa de disculpa, antes de que su mirada se afile, contempleando a Flippy, que no puede más que agradecerle secretamente esa estupidez que le recuerda al sol manso en un abrazo robado, así sea por última vez.

—Me torcí...el tobillo...ayuda...Flippy...perdona lo que dije...si pudieras...

Ella sigue aterrorizada, se sacude con temblores cuando la carga, pero no se compara eso a los gritos que suelta, apretándose contra él, ni bien Splendid avanza hacia ellos, ofreciendo llevarla al hospital.

domingo, 23 de septiembre de 2012

Happy tree friends/Lammy, Flippy, Flaky, el señor Pepinillo/Rating T.

10Outside she was a good girl and it felt great to be a liarTabla Mindless.

Con su influencia



Cuando por fin le dieron de alta por un período de prueba, decidió seguir el consejo de rehabilitación y pedir disculpas a aquellos que hirió durante su enfermedad. Hasta el señor Pepinillo estuvo de acuerdo con eso, pese a que sus métodos eran un tanto más violentos de lo recomendados.

Flaky, en serio lamento lo de tu motocicleeeetaaaa.baló Lammy, colocando una pezuña en la puerta para evitar que esta se cerrara de un golpe aterrorizado.He heeecho tratamieeento. Aprendiiido a controlaaar al señor Pepiniiillo, que ya no me influye negativamente. No te haré daaaaaño.

Lammy sollozó. Podía ver cómo los temblores sacudían a Flaky desde la rendija dejada por la puerta entre abierta. El fracaso con Petunia la había descorazonado: Giggles salió en su lugar con una enorme sartén a amenazarla y ni siquiera pudieron hablar.

Pregúuuuntale a mi mentooor. Él ha hecho incluso más progreeeesos que yo.

Los ojos movedizos y asustados de Flaky fueron en la dirección apuntada por el pulgar de Lammy, hacia la acera a sus espaldas. Solo entonces, la puercoespín roja dejó escapar un alarido y cerró la puerta de un azote, casi a punto de tener un ataque.

Allí, a pocos metros, sosteniendo un manojo de globos verdes, estaba Flippy, con la gorra apretada contra el pecho, primero sonriendo con aire culpable, luego mirando al suelo, resignado.

Lammy comprendió que a Flaky no le fuera tan fácil perdonarla por la mutilación y una muerte en ese valle donde aquello no era definitivo, pero sí espantoso. Sin embargo, fue el señor Pepinillo el que rompió la ventana con su bastón y persiguió a Flaky con el cuchillo militar que aparentemente le robó al veterano de guerra durante alguna de sus charlas, cuando se dedicaba a palmearle la mano a Lammy y a tratar de convencerla de que se secara las copiosas lágrimas, ya que lo sucedido no era su culpa.

(Y Lammy apreciaba mucho sus palabras porque bien sabía que su mentor tenía problemas para aplicarlas a sí mismo, siendo estas tanto más valiosas debido a cuánto él se interesaba por ayudarla)

Flaky no fue lo suficientemente rápida y el señor Pepinillo la apuñaló mucho antes de que Flippy entrara por el linde, con los ojos desorbitados y pronto amarillos, pese a que Lammy intentó explicarse, mientras que alzaba el cuchillo ensangrentado, en actitud de rendirse, inofensiva.

Qué suerte la mía...dos hamburguesas vivas.comentó chasqueando la lengua, el Flippy perturbado, retorciendo las manos en anticipado éxtasis.

¡Dañarás a milady sobre mi vegetal cadáver!exclamó el dandy verde y alargado, blandiendo su bastón y enfrentando al soldado.

La policía y el psiquiatra que se encargaron del caso más tarde, luego de que el señor Pepinillo y Fliqpy se mataran entre sí, entendieron aún menos que Flippy y Lammy, arrepentidos y reducidos a un par de montones temblorosos de disculpas tan heridas que a penas podían expresarse.

lunes, 14 de mayo de 2012

Happy tree friends/Flippy x Flaky,Fliqpy x Flaky/Rating M.

Dos presentes


Para Histeria fandom. Promptmanía multiprompt. Notar~

.5.

Flippy aferró el mango dorado con una fuerza que pensó que no tenía y se inclinó sobre Flaky, preguntándose qué hacer, con el sudor corriéndole a espesas gotas por la frente arrugada con preocupación.

Flaky notó su desconcierto, si bien no los amagos que hizo para conservar la compostura contra sí mismo.

—Debes romper mi ropa...sin herirme...ni nada peor que...un rasguño accidental...para que después yo p-pueda darte...tu verdadero obsequio...Flip...si estás dispuesto...—su vergüenza a penas y la dejaba hablar pero aquellas palabras le cortaron el aliento a Flippy y levantaron la parte baja de su cuerpo, laxa y casta hasta un momento atrás.

Flippy temblaba solo un poco menos que ella y porque se obligó a contenerse de cualquier ataque de pánico naciente. La locura era una amenaza constante pero ahora también enfrentaba el abandono y el eterno planteo acerca de hasta dónde le hacía un favor a Flaky al dejarla ir, sabiendo que ninguno de sus otros pretendientes presuntamente sanos en la sien interna se esforzaría tanto por ella, más allá de los terribles resultados que lo obligaron a cuestionar el que volvieran a ser pareja.

Estuvo a punto de rasgar -vencido por la lujuria- la camisa de gasa, cuando se le ocurrió algo que Flaky pareció leer de maravilla en sus pensamientos:

—Tengo un vestido de repuesto en mi mochila.—explicó ella sonriendo, con las mejillas tan rojas que casi se confundían con su espesa cabellera.

Flippy luchó con horror al sentirse lejos de su cuerpo un instante, cuando el cuchillo voló por encima de la tela, provocando que al llegar al otro lado del torso de Flaky, esta se rasgara como por arte de magia, revelando sus senos, los pezones color sangre erectos ante el aire fresco de la estación.

—¡Flip!—exclamó Flaky, cubriéndose la boca con las manos, en tanto Flippy (expulsado como a través de una ventana y obligado a mirar aquello entre inútiles alaridos que no traspasaban el abismo de su alma perturbada) se colocaba la cuchilla en la boca y le separaba a ella las piernas, corriéndole las bragas para que dejaran paso a la verga erecta que se sacó de los botones abiertos del pantalón militar.—Aún...la falda...y...¿Flip?—ella trató de mirarlo directamente al brillante ojo amarillo. Contacto que Flippy rechazó sacudiendo la cabeza hacia atrás, como si tuviese un ataque de maligna risa.

—Bueno, lo haré como tú quieres. Pero que no se te olvide que me debes un favor, ¿eh?—el cuchillo volvió a bailar hábilmente, obligando a Flaky a ahogar otro alarido con sus dedos estremecidos, en tanto el elástico de su falda era cortado en un nanosegundo y a él le seguía un tajo inmediato que reducía el cilindro azul a un trapo de forma rectangular sobre el cual descansaban largas piernas pálidas, salpicadas de pecas y un par de bragas con polluelos.

Diabólico clavó los ojos en la pequeña prenda antes de colocar la daga de nuevo en su estuche, tras lanzarle una orgullosa mirada apreciativa que halagó a Flaky.

—Hoy decidí enfrentar muchos de mis miedos. El que tengo a quedarme sola contigo, el de convertirme en una mujer completa...y lo de las aves. To-todo, Flip.—comentó Flaky, con el dedo índice de la mano derecha doblado a la altura de su mentón y pronto cerrando los ojos, mordiéndose el labio inferior en tanto Diabólico le metía un dedo entre las piernas, descorriendo el fondo de dichas bragas, provocándole intensos gemidos y sacudidas húmedas que acompañaban los movimientos.

Flippy podía escuchar cómo le latía el corazón y fue cuando empezó a estar más cerca de Diabólico, que antes de cederle el control con una sonrisa de complicidad que en parte le cayó simpática a Flippy, si bien seguía queriendo romperle la cara al hombre que era él mismo.

—También me gusta.—explicó prendiendo un cigarrillo y desvaneciéndose mansamente, dejando a Flippy bajo el árbol de hojas amarillas, con Flaky que lo miraba agitada por las sensaciones que le proveían sus ágiles dedos.

—Flippy...puedes...tomar lo que quieras de mí...lo que más quieras...

Pero Flippy, a pesar de acompasar ese movimiento con otro de su propia mano que lo libraba de la dura frustración en su entrepierna, pudo hacer una broma más que apropiada, que coronaría felizmente la reconciliación exitosa:

—¿No esperarás a la boda, mujer?